Una Invitación al Cristianismo Sencillo

El mundo religioso puede ser un lugar muy frustrante para la persona sincera quién está buscando la verdad. Hoy en día hay tantas denominaciones, cada una ofreciendo su propia “verdad” sobre preguntas importantes. Por ejemplo, una iglesia dice que Jesús era Hijo de Dios, pero otros argumentan que solo era un hombre o un ser angélico. Algunos afirman que es necesario bautizarse para la salvación, pero otros dicen que solo es un acto simbólico; es opcional. ¿ Debemos ofrecer el diezmo al pastor como dicen algunas iglesias? o ¿se debe guardar el día del reposo como dicen otras?

Con tanta confusión, ¿en quién se debe creer? ¿A cuál iglesia se tiene que escuchar?

¿De dónde viene toda la confusión?

Primeramente, necesitamos aclarar cual es la fuente de confusión en el mundo religioso. Obviamente no tiene su origen con Dios. Pablo dijo en su carta a los corintios «Dios no es Dios de confusión, sino de paz» (1Co. 14:33). Si no proviene de Dios, entonces ¿de donde? De nosotros.

El desorden que observamos en el mundo religioso no es culpa de Dios, sino del hombre. En cambio de seguir solamente la Biblia y el evangelio sencillo, nosotros hemos introducido entre la doctrina nuestras opiniones y nuestras tradiciones. Las denominaciones de hoy no siguen solamente la palabra de Dios, sino que también tienen sus credos, sus libros, sus tradiciones, sus concilios, y sus gobiernos, y son estos los que han producido la confusión y las diferencias en la doctrina que tenemos hoy en día.

Sin embargo, no solo engendran la confusión, sino que también producen una religión falsa que no agrada a Dios. Jesús dijo a los fariseos de su día:

«Así habéis invalidado el mandamiento de Dios por vuestra tradición. Hipócritas, bien profetizo de vosotros Isaías, cuando dijo: Este pueblo de labios me honra; Mas su corazón esta lejos de mi. Pues en vano me honran, Ensenando como doctrinas, mandamientos de hombres» (Mateo 15:6-9).

Lo que debe preocuparnos es que si no abandonamos las tradiciones de los hombres y las doctrinas que ellos han inventado, podemos perder nuestras almas por no seguir las puras instrucciones de Dios y su evangelio.

Regresemos al evangelio sencillo

Si hay tanta confusión en el mundo religioso, volvemos a nuestra pregunta, ¿en quién debemos creer? Tal vez sea sorprendente la respuesta: a nadie. Todos los hombres estamos propensos a equivocarnos, y si ponemos nuestra confianza en la sabiduría del hombre, aunque sea erudito o pastor, es garantía que fracasaremos. El único en quien podemos confiar es Dios y en su palabra. Pablo dice, «Antes bien sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso» (Ro. 3:4). Entonces no debemos preguntar ¿qué dice tal iglesia?, sino que debemos preguntar ¿qué dice la Biblia? y estudiarla nosotros mismos.

Si queremos una salida del caos que plaga al mundo religioso, si queremos regresar a la intención que Dios tenia para el hombre desde el principio, si queremos adorar a Dios en la manera simple que el quiere, y si queremos ir a los cielos, tenemos que regresar al plan sencillo que Dios nos dejó en la Biblia.

Imagínese a un grupo de hombres y mujeres devotos a Cristo y a su palabra. Imagínese una religión sin la confusión de las sectas o las tradiciones de los hombres. Imagínese a cristianos que están absortos en alabanzas y en oración, en servicio y en obras buenas, en maneras prescritas simplemente en el nuevo testamento. Imagínese a personas que viven una vida justa, a personas que velan por sus pobres y sus enfermos, a personas que enseñan a otras y se enseñan a sí mismos también. Lo que describe es el cristianismo sencillo. Es la religión que nos dejo Cristo en la Biblia y todavía esta a nuestro alcance.

Nosotros somos un grupo de cristianos quienes estamos luchando para hacer la voluntad de nuestro Señor Cristo Jesús. No pertenecemos a ninguna denominación, ni a una secta, ni a una iglesia hecha de hombres. Somos de Cristo solamente. Le invitamos a estudiar la Biblia con nosotros para entender mejor cual es la voluntad de Dios.

David Raif
david.raif@serdeCristo.com

¿Dios habla hoy? ¡Sí!

Obviamente Dios hablaba durante los tiempos de la Biblia. Jehová tenía profetas como Moisés e Isaías y apóstoles como Pablo y Pedro por los cuales el Espíritu Santo habló a su pueblo. Pero, ¿Habla Dios en una manera hoy? Quiero decir al principio que la respuesta de esta pregunta es sí. Dios habla hoy.

Si el hombre va a acercar a Dios, Dios tiene que revelarse. En 1Co. 2:11 y 16, Pablo dice que nadie puede conocer los pensamientos de otro hombre a menos los revele. Usted no puede conocer lo que creo o lo que pienso a menos que yo se lo diga o se lo escriba. En la misma manera, Pablo dice que nadie puede conocer los pensamientos de Dios, pero nosotros por revelación, tenemos la mente de Cristo. Entonces podemos saber que debemos hacer para placer a Dios y para ser salvos.

Dios no ha rechazado su pueblo y todavía quiere ser conocido hoy por todos. Entonces, por supuesto Dios habla hoy, pero la pregunta real es ¿cómo habla Dios hoy? A esta pregunta, personas ofrecen muchas respuestas e ideas diferentes. Se dice que hoy en día Dios habla por los sueños o por los sentimientos. Algunos aun dicen que son inspirados por el Espíritu Santo. Pero, ¿qué dice la Biblia?

¿Cómo habló Dios en el pasado?

Hoy, a veces, damos la Biblia por descontado. Hoy en día, la Biblia es fácil de conseguir. Casi cada persona hoy tiene una Biblia. Aun una persona que no cree en la inspiración de la Biblia usualmente tiene una copia. Para nosotros, si no tenemos una Biblia, es fácil encontrar una por gratis o no cuesta mucho para comprar una.

No era así en el tiempo de los apóstoles. En general, libros eran muy caros. La primera impresora de algún tipo no fue inventada hasta AD 1455 por Gutenberg. Pero antes de esto, los libros eran escritos por mano, palabra tras palabra. ¡Imagínese cuanto tiempo tomaría para escribir toda la Biblia por mano!

Aparte del costo, por varios años después del principio de la iglesia de Dios, el Nuevo Testamento no existía. Mientras Pablo escribía sus cartas a los corintios o los filipenses etc., los libros que nosotros llamamos el Nuevo Testamento eran escritos y reunidos, y este procesono fue cumplido hasta más o menos 70 años después de la muerte de Jesús.

Entonces, durante este tiempo, cuando una persona quería saber que dijo Jesús sobre un asunto, no podía simplemente leer Mateo, Marcos, Lucas, o Juan. O, cuando un cristiano quería saber en cuál manera debía adorar a Dios, no podía buscar todas las escrituras que tenemos ahora.

Si Dios tiene que revelarse para que el hombre pueda conocerlo (1Co. 2:11, 16), ¿cómo le conocía los Cristianos en el primer siglo sin la Biblia? La Biblia habla de dones espirituales milagrosos dados al hombre para que Dios le revele.

Por ejemplo, en 1Co. 12:8-10, tenemos una lista de algunos de estos dones. La mayoría habla sobre revelación especial o sobrenatural: palabras de sabiduría, de conocimiento, de fe, profecía, el discernimiento de espíritus, las lenguas (lenguajes). Entones, por las palabras de los apóstoles y por estos dones espirituales, los cristianos primitivos podían conocer a Dios y su voluntad para ellos.

De lo que leímos en la Biblia, Dios le dio poder milagroso al hombre por dos propósitos: para revelar y para confirmar.

  • Para revelar – Dios usaba muchos de los dones espirituales milagrosos para revelarle su voluntad al hombre. Eran necesarios cuando los libros de la Biblia no habían sido escritos. Jesús comentó a sus apóstoles que el Espíritu iba a venir para darles sus palabras (Mt. 10:16-20). Luego más tarde, Pablo dijo que las cosas que habló y que escribió, eran inspiradas (1Tes. 2:13; Efe. 3:3-5).
  • Para confirmar – También, Dios usaba los dones espirituales para confirmar la palabra dicha. Cuando una persona vino y dijo que hablaba por inspiración de Dios, ¿cómo se podía saber era la verdad? Si el hombre fuera de Dios, haría un milagro para confirmar el origen de sus palabras. Leímos en el informe de Marco que Jesús prometió los dones espirituales y que los milagros confirmaba las palabras de ellos (Mar. 16:14-18, 20). Aun en el Nuevo Testamento escrito, los milagros servían como confirmación de la palabra escrita (Ju. 20:30-31). Si un extranjero le dijera a usted que hablara con Dios, ¿le creería fácilmente? ¿Le creería más si él tuviera el poder de resucitar los muertos?

¿Cómo habla Dios hoy?

Los milagros y la revelación especial eran muy útiles, muy necesarios, para llenar el espacio mientras no había la Biblia. Cuando la Biblia fue terminada, la necesidad de estos dones espirituales también terminó. La Biblia en sí habló sobre un tiempo cuando revelación especial terminara (1Co. 13:8). ¿Cuándo fue este tiempo? El contexto nos da la respuesta (1Co. 13:8-13).

Aquí Pablo les llama los dones espirituales como cosas que eran solamente una parte de algo más, y dice que cuando venga el perfecto (el completo), lo incompleto (es decir lo en parte) sea echado.

Tiene razón, ¿sí? Si tiene una herramienta que solamente hace un medio del trabajo que quiere hacer y más tarde compra otra herramienta que hace todo el trabajo, ¿qué pasa con la herramienta vieja? ¿Todavía la usa si el nuevo es mejor y competo? Puede usar la herramienta vieja. Podría usarla, pero la pregunta es ¿por qué? Sí tiene una herramienta perfecta, ¿dónde hay la necesidad de usar la herramienta que solamente hizo la mitad del trabajo?

¿Tiene Dios el poder de usar milagros después de venir el perfecto? Por supuesto. Dios es el poderoso y puede hacer alguna cosa que quiere, pero la pregunta es otra vez, ¿por qué usaría milagros entre los hombres si ya tuviera su herramienta perfecta y no necesitara la vieja?

Pablo usa la ilustración de un niño creciendo en v. 11. Cuando se hace mayor, se deja las cosas de niño. Cuando yo era niño, se sentaba en una sillita alta, pero cuando me hice mayor, dejé mi sillita (cosas de niño). Su propósito había sido cumplido y ya no había necesidad para la. Como adulto, ¿podría sentarme en silla alta, si quisiera? Me supongo que pueda. Pero otra vez ¿por qué? No la necesito más. ¿Podría usar Dios los milagros hombre aun después de tener el perfecto si todavía quisiera? Él tiene el poder, pero Pablo los describe como algo para niños. Con el perfecto, los hombres no los necesitarían.

En v. 12, Pablo dice que en su situación actual, ellos veían veladamente y solamente conocían en parte, pero en el futuro, hubiera un tiempo cuando vieran claro, cara a cara, y conocieran plenamente. En el primer siglo los espejos no eran como los de nosotros. Eran más como un pedazo de metal brillante. Podía ver la cara, pero la imagen no estaba clara. Pablo dijo que veían como si vieran por un espejo, pero más tarde, con el perfecto, miraran cara a cara.
Antes de casarse, mi esposa y yo pasábamos mucho tiempo hablando por teléfono porque vivíamos en estados diferentes. Obviamente hablar por teléfono era algo que disfrutábamos, pero cuando teníamos oportunidades de visitar, nunca le dijo, “Un momento. Quiero hablar contigo – voy a llamarte por teléfono.” El teléfono nos servía, pero cuando estábamos juntos, cara a cara, teníamos algo perfecto.

Dios usaba milagros como una herramienta para revelar y confirmar, pero como una herramienta solamente era “en parte”; solamente hacía una parte del trabajo. Entonces cuando el perfecto vino (algo completo con respecto a revelación), lo incompleto se acabó. Dios no dio dones espirituales o revelación especial más.

Entonces, la pregunta crítica es ¿qué es el perfecto? ¿Qué es perfecto y completo con respecto a revelación? Ahora, tenemos algo que no tenían los cristianos primitivos: la Biblia completa. 2Ti. 3:16-17 dice que las escrituras son competas y que dan revelación que hará el hombre de Dios completo y equipado para toda buena obra. En Efe. 3:3-4, Pablo dice que por su carta podemos entender todo que él entiende sobre el misterio de Cristo. Judas 3 dice que la fe era revelado una vez para siempre.

La Biblia es completo. Según la palabra de Dios, en nuestras manos tenemos la plenitud de revelación, el perfecto. Ahora Dios tiene su herramienta perfecta. Entonces, ¿qué hace él con lo que es en parte?

Algunas personas creen que Dios nos habla hoy por medio de profetas, por otros libros recientes, por sueños y sentimientos, etc. Pero necesitamos preguntar, si tenemos la Biblia ¿qué necesitamos más? ¿Qué falta la Biblia?

Necesitamos tener cuidado cuando una persona dice que tiene algo más que la Biblia: un libro extra que tenemos que leer para salvarse o un profeta para oír para saber la revelación de Dios.

Entendamos y apreciemos la bendición que tenemos en la Biblia; es la revelación completa de Dios. Y, leamos la Biblia y escuchemos la voz de Dios. ¿Dios habla hoy? ¡Sí! Habla por su palabra escrita. Pues, en la Biblia, “nosotros tenemos la mente de Cristo” (1Co. 2:16).

–David Raif
david.raif@serdeCristo.com

La historia de la Biblia – la Promesa de la Simiente

La Biblia es el libro más conocido del mundo. Editoriales han vendido más Biblias que cualquier otro libro. Es posible que una persona no la haya leído o no crea en ella, pero casi cada persona tiene una copia de la Biblia en su casa.

Todos saben algo del contenido de la Biblia. Quizás saben la historia de Adán y Eva, de Noé y el diluvio, de Moisés y los 10 mandamientos, o por supuesto de Jesús y la cruz.

Sin embargo, mientras la Biblia es muy conocida, a la misma vez no es muy sabida por mucho. En realidad, pocos saben cuál es el mensaje total de la Biblia.

Aun muchos de los que se llaman “cristianos” no pueden poner eventos mayores de la historia bíblica en orden o no pueden recordar todos los libros del Antiguo y Nuevo Testamento.

Por esta razón, es muy importante tomar algo de tiempo para entender la historia completa de la Biblia.

El Antiguo Testamento

En el principio, creó Dios el mundo y puso al hombre en esta creación (Génesis 1:1, 27). El mundo era “bueno en gran manera” (1:31).

Pero todo cambió con el pecado del hombre (3:6). El hombre fue echado del huerto del Edén, lejos del árbol de la vida. Adán y Eva comenzaron a morir físicamente y espiritualmente. Con Adán y Eva, comenzó el problema del pecado.

Sin embargo, Dios tenía un plan. En Génesis 3:15, maldiciendo a la serpiente por su parte en la rebelión, Dios predijo una guerra entre la serpiente (Satanás) y la simiente de la mujer: “él te herirá en la cabeza, y tú lo herirás en el calcañar.” En esta batalla, la simiente de la mujer sería herida pero a Satanás sería dado un golpe fatal.

Esencialmente, tenemos la historia de la Biblia en los primeros tres capítulos: el hombre y su problema del pecado, y Dios y su salvación llevada por medio de la simiente.

Pero, ¿quién es la simiente? ¿Cómo iba a cumplir Dios su promesa de esperanza? Esto es el resto de la historia.

Después del primer pecado, el problema solo empeoraba. Cada hombre eligió pecar hasta que “cada intención de los pensamientos [del hombre]…era sólo hacer siempre el mal” (6:5). Solo había una familia, la familia de Noé, que halló gracia ante Dios (6:8). Dios decidió salvar a Noé de la maldad de los hombres por un diluvio mundial (6:7).


 Por Noé y sus hijos la tierra fue repoblada y por sus generaciones (literalmente su simiente) venía un hombre de fe, Abraham. A Abraham Dios le dio tres promesas importantes (12:1-3):

La Promesa

  • Una nación
  • Una tierra
  • Una bendición
El Cumplimiento
– Israel
– Canaán
– La simiente

Estas promesas no fueron dadas so- lamente a Abraham (22:17-18), sino repetidamente a sus hijos, Isaac (26:4) y Jacob (28:3-4, 13-14).

En el curso de los eventos, Jacob (Israel) tuvo doce hijos. A cada uno Jacob le dio promesas también. La promesa a Judá es especialmente interesante (49:10). Usando el lenguaje de la simiente, Jacob dijo, “el cetro no se apartará de Judá…hasta que venga Siloh.” Los reyes de la nación de Israel iban a venir de los hijos de Judá.


 

 Los hijos de Jacob fueron llevados a Egipto y puestos bajo esclavitud por el Faraón. Pero Dios les bendecía. Cuatro ciento años más tarde, al principio del libro de Éxodo, los hijos de Israel habían crecido para ser una nación grande. Dios levantó a un hombre, Moisés, para salvar a la gente por medio de 10 plagas. Al fin, todo Israel cruzó el Mar Rojo y fueron al Monte Sinaí para recibir un pacto con Dios.

Aun durante este tiempo, Dios pensaba sobre su promesa al hombre. Todavía al pie de Sinaí, en Levítico 26:40-42, Dios les prometió recordar el pacto que tenía con Abraham, condicionado en la obediencia del pueblo.

Después de Sinaí, los Israelitas pasaron cuarenta años por el desierto y llegaron a la tierra de la promesa, Canaán (Números y Deuteronomio). Conquistando los pueblos con la dirección de Josué, vivieron muchos años en Canaán, gobernados por Dios y sus jueces.


 

 Sin embargo, la gente no estaba contenta con los jueces. Queriendo ser más como las otras naciones, pidieron un rey. Saúl era el primer rey, pero no era obediente a Dios, entonces Jehová lo repuso con David, un rey que conformaba al corazón de Dios.

Durante el reino de David, más o menos quinientos años después de la salida de Egipto, Dios le dio a David la promesa de la simiente (2 Samuel 7:12-13), prometiendo un hijo que edificaría un templo y tendría poder para siempre. Una parte de esto era cierta sobre su hijo Salomón quien en su reino edificó un templo físico en Jerusalén.

Pero esta profecía tenía una vista más amplia que solamente la vida de Salomón.


La historia después de Salomón era muy turbulenta. En el reino de su hijo Roboam hubo una división entre las doce tribus: diez tribus al norte (Israel) y dos tribus al sur (Judá). Todos los reyes de la nación norteña eran malos, no poniendo atención en las leyes de Dios y sirviendo a los ídolos de las naciones. Entonces, Dios castigó a la nación, enviándola a la cautividad en Asiria. Los reyes del sur eran un poco mejores. Por más tiempo, ellos retenían su relación con Jehová con el templo en Jerusalén, pero en el fin ellos buscaban los dioses, y Judá fue llevado a cautividad en Babilonia.

Aun en este tiempo obscuro para Israel, cuando el templo físico fue destruido y la nación de Dios fue llevado a una tierra extranjera, Jehová todavía recordaba su promesa a Abraham. Por el profeta Jeremías, Dios predijo de un “renuevo” que reinaría justamente y salvaría a su pueblo (23:5-6).


 Después de varios años en cautividad, Dios le permitió regresar a una porción de los judíos a su tierra. Reedificaron Jerusalén y el templo, pero nunca alcanzaron la gloria del pasado. En este tiempo, el profeta Zacarías le dio esperanza a Israel. Otra vez, un renuevo gobernaría como rey y sacerdote y edificaría el templo (6:12-13), esto mientras los Israelitas estaban reedificando el templo físico.

Así termina el Antiguo Testamento: el misterio de la promesa de la simiente, el rey prometido, y un templo nuevo todavía siendo sin resuelto para los judíos. El misterio no es revelado hasta cuatrocientos años más tarde…

 

El Nuevo Testamento

Mateo 1:1-17 – El primer libro del Nuevo Testamento, Mateo, abre con una lista de hombres, los antepasados de Jesús. El propósito de esta lista es también el propósito del libro de Mateo en total: mostrar a Jesús como el hijo de Abraham y David. Jesús es el rey prometido y el cumplimiento de la promesa de Abraham (1:1).

Lucas 3:23-38 – Otro evangelio, Lucas, también tiene una lista de genealogía. Esta lista no solamente regresa a David o Abraham, sino regresa hasta el principio. Nos recuerda de la promesa dada primeramente a Adán y a Eva; la simiente de la mujer en Génesis 3:15 ha venido. El mensaje de Lucas es Jesús viene como el Salvador de todos — no solamente de los judíos.

Gálatas 3:16-17, 26-29 – El apóstol Pablo habla en Gálatas sobre el hecho que la salvación no es solamente para los judíos sino está disponible para los gentiles (los demás) también. Cristo viene como el cumplimiento de la promesa de Abraham; Cristo es la simiente prometida. Entonces, aunque no somos hijos de Abraham físicamente, podemos ser herederos de la bendición que Dios les promete a todas las familias y las naciones de la tierra (Génesis 12:3).

Vea también Romanos 4:16-18.

Efésios 3:3-6 – En la carta a los efesios, Pablo habla otra vez sobre la oportunidad para los gentiles de ser ciudadanos del reino de Dios, sin ser judíos. Esto cumple las promesas del Antiguo Testamento, un mensaje que era un misterio para los judío. Ahora, con la nueva revelación por sus apóstoles, nosotros podemos entender todo este misterio.

Hebreos 2:14-16 – El escritor de Hebreos dice que por fin, la muerte de Jesucristo anula el poder del diablo, el poder de la muerte. En la cruz, la serpiente recibe su herida fatal (Génesis 3:15) y cada hombre es dado la oportunidad de ser libre del poder del pecado y la muerte.

The mensaje de la Biblia

Sencillamente el mensaje de la Biblia es sobre el Cristo.

  • El Antiguo Testamento – Cristo viene.
  • Los Evangelios – Cristo está aquí.
  • Las Epístolas – Cristo viene otra vez.

–David Raif
david.raif@serdeCristo.com

¿Es razonable creer en Dios?

¿Qué Es la Fe?

Muchas personas piensan que creer en Dios significa perder la razón. Presumen que la persona que tiene fe en la deidad elige ser ciego a los hechos. El Dios de la Biblia, sin embargo, exige que sus discípulos sean fieles a la evidencia.

En 1 Pedro 3:15, la Biblia dice que necesitamos estar “preparados para presentar defensa ante todo el que les demande razón de la esperanza que hay en ustedes.” Dios les anima a tener una razón o la evidencia por la fe. De hecho, sin pruebas, no es la fe de la Biblia.

Fíjese como la Biblia define la fe en Hebreos 11:1: “La fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.” Aunque no podemos ver a Dios, podemos tener una convicción de su existencia – pero solamente después de ver la evidencia.

Pero ¿es razonable tener convicción sobre algo que no se puede ver? ¿Cree usted que existe la torre Eiffel en Paris, Francia? es posible que la haya visto, pero aun sin ver la torre, se puede saber que existe, ¿sí? Se puede leer noticias sobre la torre de Eiffel. Se puede ver fotos de Paris. Se puede escuchar sobre la torre de amigos. Y, toda esta información (evidencia) guiaría una persona a la convicción de su existencia sin ver con sus propios ojos. Esto es la fe basada en evidencia y la fe de la Biblia es así.

The Big Bang and Faith

Muchas personas hoy dicen que la gran explosión y evolución son “hechos científicos.” Pero, ¿qué son “hechos científicos”? Usualmente, le llamamos a algo “un hecho” cuando se lo puede observar y medir. ¿Se puede observar si la gran explosión ocurrió en realidad con sus propios ojos? No … a menos que tengan muchos años. Muchos son convencidos en la gran explosión…convencidos en algo que no pueden ver. Se parece mucho a la “fe.”

La fe es la convicción adonde se llegue después de ver la evidencia presentada. es como tenía Pablo en su mente en Romanos 10:17, “Así que la fe viene del oír, y el oír, por la palabra de Cristo.” La fe es ver la evidencia y ser convencido que algo es la verdad.

Entonces, la pregunta es ¿qué dice la evidencia sobre nuestro origen?

Razones por la fe en Dios

Digamos que usted caminó en el bosque y encontró varias piedras como las de la izquierda. ¿Diría que la forma única era el producto de tiempo y casualidad, o que aquellos piedras eran hechos por alguien? Otra vez. Digamos que en el mismo camino, encontró un reloj de oro también como lo en la izquierda. ¿Podría convencerle que este reloj era el resultado de varias incidencias extrañas, pero naturales?

Es fácil distinguir cuando algo es hecho por alguien inteligente o hecho por causas naturales, ¿sí? Podemos ver el diseño en un objeto. Pero también, es lógico decir que si hay diseño en un objeto, tiene que haber habido alguien para diseñarlo. El principio: un diseño obliga un diseñador.

Diseño en el sistema solar

Salmo 19 empieza, “Los cielos proclaman la gloria de Dios.” Si hay un Creador, la creación debe decirnos un poco sobre él, ¿sí? Una vista al sistema solar revela un gran diseño.

Por ejemplo, damos la vida en la Tierra por sentado, pero ¿se da cuenta que la Tierra cuelga peligrosamente entre quemar y helarse. Fíjese en los factores que toman una parte en esta situación delicada.

    • La distancia del Sol
      El Sol le provee a la Tierra todo lo que necesita para sustentar la vida. Pero la Tierra tiene que estar a una distancia cierta del Sol. Si estuviera demasiado cera del Sol, quemaría; si estuviera demasiado lejos, se helaría. Hay una “zona de vida” que es muy estrecho (el área sombreado a la izquierda) en que la Tierra es puesto para preservar la vida.
  • La velocidad de rotación
    La velocidad en que la Tierra da vueltas es un factor también que contribuye a su capacidad para sustentar la vida. Si la Tierra no girara, un lado de la Tierra se hornearía mientras otro lado se helaría. No puede girar tan rápido o tan despacio. La Tierra da vuelta perfectamente cada 24 horas.
  • La inclinación de la Tierra Con referencia del Sol, la Tierra está inclinado a 23.5º. Por consiguiente, partes de nuestro planeta están más lejos del Sol en cada estación del año. Entonces algunas partes reciben más o menos luz, y esta diferencia pequeña es suficiente para causar las estaciones. Mientras el hemisferio del sur lo pasa bien con veranos calientes, al norte, la gente está liando para el invierno. Si la Tierra estuviera inclinado un poco diferente, las estaciones serían demasiado duros para sustentar la vida.

Nuestro sistema solar está diseñado perfectamente para permitir la vida en la Tierra. La probabilidad que todas estas cosas ocurran es increíblemente baja.

Diseño en el cuerpo del ser humano

Aun más complicado que el sistema solar es el cuerpo del ser humano. David, el escritor de muchos salmos en la Biblia, se maravillaba sobre el poder de Dios cuando escribió, “Te daré gracias, porque asombrosa y maravillosamente he sido hecho; Maravillosas son Tus obras, Y mi alma lo sabe muy bien” (Salmo 139:14). Fíjese en el diseño de nuestro cuerpo.

  • Comenzamos como una célula con un grupo de instrucciones, pero cuando crecimos para ser adulto, el mismo grupo de instrucciones en una célula produce una oreja y en otra, una nariz. ¡es diseño!
  • Nuestras células continúan dividiéndose, reponiendo células viejas o dañadas y ayudando nos a crecer. La ciencia moderna todavía no puede abrir todos los misterios de la célula.
  • Nuestros corazones bombean toda la vida sin descanso. Aunque hoy en día tenemos corazones artificiales, los ingenieros no pueden copiar el corazón del ser humano.
  • El sistema nervioso, el sistema linfático, el sistema respiratorio, el sistema circulatorio, etc. trabajan juntos a la misma vez para servir al cuerpo.
  • Nuestra piel se repara. es a prueba de agua. Broncea para proteger del sol.
  • Nuestros ojos están compuestos de varios partes que no funcionan sin las otras. Todas las partes tendrían que evolucionar a la misma vez para que funcionen los ojos.

Dígame

Si se tuviera una bolsa con piezas de reloj, ¿Cuáles son las probabilidades que pudría agitarla por mucho tiempo y que pudría sacar de la bolsa un reloj listo, con la hora correcta? Imposible, ¿sí?

Pero, ¿cómo podemos decir que el universo, el sistema solar, la Tierra, y los seres humanos entraron en la existencia y en un orden perfecto por tiempo y casualidad si estos sistemas son diseñados mejor y son más complicados que un reloj simple? «Porque toda casa es hecho por alguno, pero el que hace todas las cosas es Dios» (Hebreos 3:4).

Diseño insinúa un diseñador. Creación insinúa un creador.

–David Raif
david.raif@serdeCristo.com

¿Qué significa ser de Cristo?

El apóstol Pablo fue encarcelado, golpeado, y amenazado por seguir a Jesús. Pero aun despúes de todo, todavía decía que quería conocerlo y servirlo más. Se dio a sí mismo a Jesucristo. Era de Jesús y quería que otros hicieran lo mismo. Pero, ¿qué significa ser de Jesucristo?

Ser de Cristo significa tener una relación con Cristo. 
Pablo describió su relación con Cristo en esta manera. “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y vivo, no ya yo, mas vive Cristo en mí: y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó, y se entregó á sí mismo por mí” (Gal. 2:20). Pablo describe una relación maravillosa – una que cada persona puede tener con Jesucristo.

Podemos tener una relación con Cristo porque él nos amó primeramente y se entregó a sí mismo por nosotros. En este hecho grandioso, Jesús hizo posible el perdón de nuestros pecados. Cualquier persona puede venir a Cristo por creer y ser bautizado en él. Antes de ser un cristiano, a Pablo le preguntaron, “Ahora pues, ¿por qué te detienes? Levántate, y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre” (Hech. 22:16).

Ser de Cristo significa seguir a Cristo. 
La Biblia describe la relación entre Cristo y su pueblo (cristianos):

  • Cristo es el rey y su pueblo, el reino (Mt. 16:18-19; 1Pe. 2:9-10).
  • Cristo es el marido y su pueblo, la esposa (Efe. 5:21-33).
  • Cristo es el pastor y su pueblo, el rebaño (Jn. 10:14).
  • Cristo es la cabeza, y su pueblo, el cuerpo (Efe. 1:22-23).

Todas las descripciones comparten una idea general: cristianos siguen las instrucciones y la autoridad de Cristo. La nación oye los mandamientos del rey. La mujer está sujeta a su marido. Las ovejas escuchan la voz del pastor. El cuerpo toma instrucciones de la cabeza. Entonces, ser de Cristo significa que el cristiano sigue a Cristo, oyendo y obedeciendo sus palabras.

Ser de Cristo significa seguir a Cristo solamente. 
Jesús dijo “Si me amáis, guardad mis mandamientos” (Jn. 14:15). A causa de nuestro amor por él quien murió para nosotros, lo seguimos y lo obedecimos. Pero también significa amar y obedecer a Cristo y a nadie más. Piense, cuando un ciudadano de un reino obedece a otro rey, esto se llama traición. Cuando una mujer sigue a otro hombre, esto se llama infidelidad.
Cuando el cuerpo físico no toma instrucciones de la cabeza (la mente), esto se llama un problema médico bien serio.

En su primera carta a los Corintios, Pablo les escribió a personas que habían dado su lealtad a otros hombres: “Quiero decir, que cada uno de vosotros dice: Yo cierto soy de Pablo; pues yo de Apolos; y yo de Cefas; y yo de Cristo. ¿Está dividido Cristo? ¿Fue crucificado Pablo por vosotros? ¿ó habéis sido bautizados en el nombre de Pablo?” (1Co. 1:12-13). Aquellos cristianos decían que eran de Pablo, Apolos, y Cefas. El punto de Pablo es que un cristiano es de Cristo y de Cristo solamente.

Si somos de Cristo, nuestra lealtad espiritual es para él solamente – no para hombres ni organizaciones religiosas. Lamentable, hoy, algunos se llaman cristianos, pero se amarran a las enseñanzas de hombres pocos inspirados. Por ejemplo, Luteranos siguen las enseñanzas de Martin Lutero. Católicos siguen las enseñanzas del Papa. Algunos, hoy, dicen que son de Cristo, pero dan su lealtad a sectas o denominaciones hechas por hombres. Algunos dicen, “Soy un cristiano, pero también soy un bautista,” o “Soy un cristiano, pero también soy un pentecostal.”

Esto no es lo que Dios planeó para su pueblo. Lea el Nuevo Testamento y verá que los cristianos bajo la dirección de los apóstoles de Jesús no eran de ninguna denominación. Eran simplemente cristianos y eran simplemente de Cristo. Podemos hacer lo mismo hoy por leer la Biblia para nosotros mismos y por hacer sencillamente lo que dice. Soy de Cristo. ¿Sea usted de él también?

David Raif
david.raif@serdeCristo.com

 

¿Quién dice que soy yo?

Mateo 16 nos comparte un momento muy importante en la vida de Jesús. En 16:13, les pregunta a sus discípulos ¿qué piensa la gente sobre su identidad? Hay muchas respuestas: Juan el Bautista, Elías, un profeta de la Antigüedad. Pero luego, él les dirige la cuestión a los discípulos mismos, “¿Quién decís que soy yo?” A la cual, Pedro responde inmediatamente con su confesión bien conocida, “¡Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente!”

Es posible que nos preguntemos, ¿por qué hizo Jesús esta investigación? Seguramente Jesús había escuchado los comentarios de la gente. No se necesita poderes especiales para saber la opinión de la muchedumbre. Y, ¿por qué interrogó a sus discípulos con el mismo asunto? En realidad, Jesús ya sabía las lealtades de sus discípulos. La Biblia dice que Dios puede ver el corazón del hombre.

Jesús les preguntó para hacer una distinción. “La gente dice muchas cosas, pero ¿qué dicen ustedes?” Fue una cuestión personal para forzar a sus discípulos a preguntarse, ¿quién digo yo que es Jesús?

Ellos tuvieron que dar una respuesta. No podrían decir “No sé.” Ni podrían dar solamente la respuesta popular. Tuvieran que pensar sobre la pregunta y contestarla para sí mismos. ¿Quién digo yo que es Jesús?

Jesús nos hace la misma pregunta hoy: “¿quién dice usted que soy yo? Tenemos que dar una respuesta. Mateo 10:32-33 dice que Jesús escucha lo que decimos sobre él. Y él nos juzgará por nuestras palabras. Tenemos que contestarlo y él quiere nuestra respuesta propia. No importa qué dicen los hombres; Jesús quiere una respuesta individual.

El Hijo de Dios – la naturaleza de su ser

Pedro contestó a Jesús diciendo “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.” A la cual Jesús respondió en pocas palabras, “Sí, es cierto.” “Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos” (16:17).

Hoy en día, los hombres dicen muchas cosas sobre la naturaleza de Jesús. Por supuesto, hay hombres que dudan aun sobre la existencia de Jesús completamente. Hay hombres que piensan sobre Jesús como un fraude o un loco. Sin embargo la Biblia pinta a Jesús diferente. No era solamente un hombre, sino era el Hijo de Dios.

Juan abre su evangelio hermosamente, introduciendo a Jesús con “el Verbo.” “En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios…Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros” (Juan 1:1, 14). Jesús no era hombre; era Dios, pero se hizo hombre y vino a la tierra para vivir entre nosotros. Pablo dice que Jesús era igual a Dios, pero dejó su naturaleza para salvar a los hombres (Filipenses 2:5-11).

¡Increíble! El creador se hizo un bebé que necesitaba la leche y la consolación de su madre. El Todopoderoso se hizo hombre para ser tentado y para vencer. Jesús era el Hijo de Dios, Jehová en la carne.

Así dice la Biblia, pero ¿qué dice usted? Jesús está preguntándole “¿quién dice que soy yo?” Es una cosa leer la Biblia y saber qué dice la Biblia, pero tenemos que decidir creer, o no. ¿Cree usted que Jesús es el Hijo de Dios?

El Cristo – la naturaleza de su propósito

“Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (Mateo 16:16). Pedro dijo que Jesús es el Hijo de Dios, pero también es el Cristo. “Cristo” no era el apellido de Jesús. Decimos “Jesús” y “Cristo” juntos muchas veces (en español, es aun solo una palabra, “Jesucristo”), y pensamos de “Cristo” como un nombre. Pero “Cristo” era un título que tenía el mismo significado y uso que la palabra “Mesías” en hebreo.

Significa “el ungido” y refiere a la costumbre de ungir a los reyes al venir al trono (1 Samuel 10:1). También los sacerdotes y los profetas eran ungidos con el aceite (Éxodo 28:41; Levítico 4:3, 5, 16; 1 Reyes 19:16; Salmo 105:15).

Pero “el Cristo”, “el ungido”, también refiere a una persona prometida en el Antiguo Testamento que iba a venir como un profeta, un sacerdote, y un rey a la misma vez. Mientras que el Antiguo Testamento dice vez tras vez, “Cristo viene”, es el propósito de los evangelios del Nuevo Testamento es decir “el Cristo está aquí” y su nombre es Jesús. Al principio de su ministerio, Jesús leyó del libro de Isaías en una sinagoga de los judíos declarando su identidad como el ungido, el Cristo (Lucas 4:17-21).

Pero “Cristo” no era solamente un titulo para llevar, sino era un propósito para cumplir. Los judíos esperaban un Mesías que iba a salvar su nación de los romanos, un rey para gobernar físicamente y un guerrero para luchar una batalla física. Aun Pedro quien era el primero para decir, “eres el Cristo” en Mateo 16 no se daba cuenta del significado de sus palabras.

No entendía, hasta la cruz, cuando Jesús fue clavado a la madera, cuando él murió por medio de los hombres para salvar a los hombres. Luego Pedro y todos los discípulos, quienes le juraron su lealtad a Jesús, huyeron.

Ellos no entendían ni recordaban las palabras de Jesús en Mateo 16:21, que el Cristo “debía ser muerto, y resucitar al tercer día.” Y como él profetizó y como los profetas del Antiguo Testamento profetizaron, en el tercer día, su tumba estaba vacía. Él resucitó como el Mesías, el Cristo, venciendo sobre la muerte y el pecado para usted y para mí. Jesús es el Hijo de Dios, Jehová en la carne, que vino a la tierra para ser el Cristo, el Salvador prometido en el Antiguo Testamento, que nos salva de nuestros pecados.

Así dice la Biblia, pero ¿qué dice usted? Jesús está preguntándole “¿quién dice que soy yo?” Hemos visto que dicen las Escrituras. Pero ¿Cree usted que Jesús es el Cristo y que Jesús es el Hijo de Dios?

El Señor – la naturaleza de su autoridad

Después de dar Pedro su confesión sobre la identidad de Jesús en Mateo 16, Jesús habló estas palabras sobre su propósito y su autoridad, “yo también te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella” (Mateo 16:18). Con las palabras de Pedro como una base o una roca (que Jesús es el Cristo, el Hijo del Dios viviente), él edificaría su iglesia.

La palabra “iglesia” no refiere a un edificio ni a una denominación ni a una institución. “Iglesia” significa literalmente una asamblea de gente. Entonces, con la creencia en Jesús como el Cristo y el Hijo de Dios, Jesús iba a edificar su iglesia (a veces la Biblia dice “su pueblo”) en el sentido que iba a juntar a personas a sí mismo.

Pero debemos notar que el versículo dice que iba a edificar su iglesia. Por medio de la muerte de Jesucristo, podemos tener una relación con él y podemos ser uno más de su iglesia, uno más de su pueblo. Pero en esta relación, este pueblo pertenece a Jesús y tenemos que reconocer a Jesús como el Señor de nuestra vida.

En su primer sermón en el día de Pentecostés, Pedro les dijo a los judíos que por la resurrección Dios, le ha hecho a Jesús Señor y Cristo (Hechos 2:32-36). Jesús no es solamente el Cristo, sino es el Señor también. Si somos cristianos, somos de Cristo. Pablo lo dice en esta manera en Gálatas 2:20, “Con Cristo he sido crucificado, y ya no soy yo el que vive, sino que Cristo vive en mí.”

Jesús es el Hijo de Dios, Jehová en la carne, que vino a la tierra para ser el Cristo, el Salvador prometido en el Antiguo Testamento. Pero también dice que es el Señor, gobernando en nuestro corazón como el Rey.

Así dice la Biblia, pero ¿qué dice usted? Jesús está preguntándole “¿quién dice que soy yo?” Es posible que sea fácil para usted creer que Jesús es el Hijo de Dios y que estemos de acuerdo con la salvación que viene por medio de él siendo el Cristo. Pero, está dispuesto a llamarle a Jesús el Señor de su vida. Es un poco más difícil, ¿sí?

Por ejemplo, en Hechos 2:37-38, después de llamarle a Jesús el Señor y el Cristo, Pedro les dijo a los judíos que tenían que hacer algo. “Arrepentíos y sed bautizados cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de vuestros pecados.” ¿Ha sido bautizado usted para el perdón de los pecados?

También, si somos de Cristo, él es nuestro Señor y tenemos que dejar las pasiones y deseos de la carne. “Los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y deseos” (Gálatas 5:18-21, 24). Hemos cambiado nuestra vida para él.

¿Estamos listos para decir que Jesús es Señor? ¿Le tratamos como el Señor? Jesús está preguntándonos, “¿Quién dice que soy yo?” ¿Puedo decir sin reservación que él es Cristo, el Hijo de Dios, y el Señor de mi vida. ¿Quién digo que es él?

David Raif
david.raif@serdeCristo.com